La importancia de todes
Cecy Rendon
El idioma es un reflejo de los esquemas de pensamiento de una sociedad. No es extraño pensar que nuestro idioma, el español, el cual nació en plena edad media y evolucionó durante 10 siglos de un esquema político, religioso y económico totalmente heteropatriarcal, tenga un esquema gramatical igualmente heteropatriarcal.
Durante la evolución de nuestro idioma, las mujeres no éramos incluidas en las decisiones políticas, en las actividades económicas, mucho menos en la jerarquía de la Iglesia Católica. Como reflejo de esta realidad, las mujeres tampoco fuimos incluidas en el idioma. Ni hablar de incluir a personas que se atrevieran a ser algo diferente a lo que hoy se se denomina cisgénero, dichas personas, normalmente eran castigadas con la muerte, o con el encarcelamiento en instituciones mentales… un fin a veces mucho peor.
La expresión “los hombres”, podía ser, y sigue siendo, un sinónimo gramatical de: hombres y mujeres, personas, la humanidad, etc. Y aunque gramaticalmente “incluye a todos” en la práctica es completamente excluyente… y de ahí la importancia de todes.
En la antigua Grecia, los creadores de la democracia (que la traducción literal de la palabra es “el gobierno del pueblo”), su filosofía de gobierno estaba basada en la idea de que todos los hombres tenían derecho a participar en el gobierno mediante el voto… en dónde la expresión “todos los hombres” significaba las personas de género masculino, libres, mayores de 20 años y ciudadanos. “Todos los hombres” excluía a los esclavos, las mujeres y los extranjeros.
El idioma español nace oficialmente poco antes del año 1000 dc en la provincia de Castilla en la Península Ibérica, los primeros textos oficiales del idioma se consideran la Glosas Emilianenses. La primera obra literaria escrita en lo que hoy se denomina idioma español es el Cantar del Mío Cid, cuya versión original data del siglo 12. El idioma, a través de sus mil años de historia, ha evolucionado constantemente y seguirá evolucionando, nos guste o no…
Así como hoy no utilizamos palabras como “cuchipanda”, “ganapán” o “parvulito”; se han agregado al diccionario oficial del idioma palabras como “cantinflear”, “criptomoneda” y “geolocalización”. Y así como la tecnología, los esquemas de pensamiento y las civilizaciones avanzan y se modernizan, de la misma forma el idioma español se modernizará con el paso innegable del tiempo.
Hablar de forma incluyente genera una diferencia.
Recuerdo claramente cuando apenas tenía 17 años, escuchar por primera vez en mi vida un discurso político. En aquellos años se trataba de Vicente Fox, un candidato a la presidencia de México y por primera vez en mi vida escuché a una figura política abrir su discurso con la palabras “Mexicanas y mexicanos”. La selección de palabras causó indignación, y a la fecha sigue causando, pero para mí fue algo muy importante: por primera vez en mi vida alguien me estaba hablando a mi, una mujer, me estaban invitando a votar, me estaban incluyendo en un discurso político y me estaban invitando a ser parte de la historia política de México.
El argumento en contra del uso del “mexicanas y mexicanos” ha sido el mismo de siempre: desde el punto de vista gramatical, el gentilicio “mexicanos” incluye tanto a hombres como a mujeres. Pero regresamos al mismo punto, dicha gramática fue creada mucho antes de que las mujeres participaran en el gobierno, en el uso práctico el término “mexicanos” no incluye a las mujeres, así como el término “hombres” tampoco las incluye. Una evidencia de esta situación se encuentra en la modificación que se hace en 1974 a la Constitución Federal de 1917, la modificación al artículo 4to dispone la frase “El varón y la mujer son iguales ante la ley”. Así como encontramos frases como “los niños y las niñas” en las subsecuentes modificaciones a la Constitución.
Así como las mujeres hemos luchado por décadas por ser partícipes de forma equitativa dentro de todos los aspectos de nuestra sociedad, la comunidad LGBTQ+ en paralelo ha estado luchando por lo mismo. De ahí que las nuevas expresiones de género, como la asexualidad o el género no binario, haya adoptado esta nueva forma de hablar, como parte de una evolución idiomática que refleja la diversidad social en la que hoy vivimos. El mundo no está cambiando, el mundo ya cambió, y las nuevas generaciones reflejan ese cambio en su novedosa forma de hablar.
Es una evolución natural, así como una necesidad buscar palabras que incluyan a hombres, mujeres y demás expresiones de género, palabras como todxs, tod@s y todes. Siendo las primeras dos opciones algo funcional en el idioma escrito y en el universo de las redes sociales, pero muy poco práctico en el idioma hablado, de ahí que el término “todes” sea el favorito en la contienda del idioma inclusivo.
Quiero aclarar que, en mi opinión, no es necesario cambiarle el género a todas las palabras del idioma, pero si es necesario buscar opciones tanto para hablar como para escribir que verdaderamente nos incluya a todes. Cuando se hace referencia a las personas, hombres, mujeres y miembros de la comunidad LGBTQ+, si es importante que existan palabras verdaderamente incluyentes.
Hoy el uso del lenguaje inclusivo es causa de indignación para muchos… así como lo fue el voto para las mujeres en su momento, el uso masificado de anticonceptivos, el matrimonio igualitario y cómo han sido todos los cambios sociales importantes. Cada persona tiene derecho a su punto de vista, como a estar en contra, pero creo que los argumentos en contra del idioma inclusivo deberían ser algo un poco más elaborado que el simplista “no es gramaticalmente correcto”… por qué ninguna evolución del idioma, en su inicio, ha sido gramaticalmente correcta.
La importancia de estos pequeños cambios en el idioma, es que son un reflejo de grandes cambios en los esquemas sociales.
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